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El ‘origami’, un arte con acento maño

El arte del plegado no es algo desconocido para los zaragozanos. De hecho, la relación de Zaragoza con el ‘origami’ se remonta al año 1944, con la fundación del Grupo Zaragozano de Papiroflexia, el más antiguo del mundo. La última contribución a esta relación se produjo el 18 de diciembre de 2013 cuando abrió sus puertas la Escuela Museo Origami de Zaragoza (EMOZ). Un hecho que ha servido para consolidar la posición de Zaragoza como la ciudad europea de referencia en el arte de la papiroflexia.

La creación de la Escuela Museo Origami de Zaragoza fue una iniciativa del Grupo Zaragozano de Papiroflexia. En el año 2006, se planteó al Ayuntamiento de la ciudad la posibilidad de abrir un museo del ‘origami’ en Zaragoza, pero entonces no se materializó la idea. “Lo que nos dijeron fue que tenían muchos más museos por delante y que teníamos que crear la necesidad en la ciudad”, relata Jorge Pardo, director del EMOZ. Inmediatamente, el grupo zaragozano se puso manos a la obra para crear dicha necesidad: “Hicimos una exposición en 2009, duplicamos el record anterior de visitas aquí en el Centro de Historias, tuvimos más de 40.000 visitas. Entonces el Ayuntamiento ya se interesó un poco más por nosotros, e hicimos una segunda exposición en 2013, tuvimos 60.000 visitas”. Después de experimentar estas cifras, pocas dudas quedaban ya de que el primer museo europeo del ‘origami’ debía estar en Zaragoza.

En la actualidad, la papiroflexia es una técnica muy extendida en todo el mundo. Por eso sorprende que sean tan pocos los museos dedicados a esta actividad. El EMOZ es el único de este estilo. Solo existe un museo en Japón y otro en Corea, pero son de bajo nivel. Con los mejores modelos de todo el mundo, este es único”, dice Pardo. Además, como indica Luis Fernando Jiménez, miembro del Grupo Zaragozano, en Japón “son mucho más localistas. Están dedicados a la papiroflexia local, de algún autor muy reconocido por ellos y en muchos casos está muy conectado a la infancia”. Además, allí hay mucha rivalidad, tanta que “si expones en un museo no puedes exponer en otro, porque caes mal”, profundiza el plegador.

La finalidad del EMOZ es otra muy diferente, “aquí aspiramos a marcar, abrazar, conectar y a no establecer fronteras”, resalta Jiménez. El nuevo museo de Zaragoza es un museo dedicado al ‘origami’ de alto nivel en el que puedes encontrar figuras de todo el mundo. “Nuestro museo es de autor. Casi todas las figuras son originales y las ha hecho el autor para nosotros o fueron cedidas”, añade Felipe Moreno, Presidente del Grupo Zaragozano de Papiroflexia y expresidente de la Asociación Española de Papiroflexia.

El acto inaugural del EMOZ contó con la asistencia del embajador de Japón en España, Satoru Satoh, y del consejero de Cultura del Ayuntamiento zaragozano, Jerónimo Blasco. La realización de este proyecto soñado se vio acelerada porque se cumplían 400 años de relaciones diplomáticas entre España y Japón.

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La sabana africana – Marta Clemente

En cuanto a la ubicación, la Escuela-Museo se encuentra alojada en la segunda planta del Centro de Historias de Zaragoza, en la plaza San Agustín. Sin embargo, esta no fue la primera ubicación pensada para el proyecto. “Con el Ayuntamiento de Zaragoza estuvimos mirando un montón de sitios. Se iba a hacer en los bajos del mercado de San Vicente de Paul, pero era muy caro adecuar el sitio para un museo”, recuerda Pardo. Finalmente, “el Ayuntamiento pensó, en un momento que había recesión económica, que podía prescindir de esta sala en el Centro de Historias”, indica Moreno. 

Con la creación de la Escuela-Museo, el Grupo Zaragozano de Papiroflexia aspira a convertir a Zaragoza en la capital europea de la papiroflexia y en un referente mundial del ‘origami’. Su objetivo es ser el epicentro y fomentar las relaciones con los museos de todo el mundo; además de conseguir “que haya museos de origami en todas las ciudades”, afirma Pardo. El EMOZ se dedica a la difusión, producción y exhibición de esta técnica artística basada en el plegado del papel, que sirve también como lugar de encuentro para plegadores y aficionados interesados en compartir conocimientos y habilidades. Como dice Pardo, su finalidad última es conseguir que obtenga el reconocimiento que se merece, porque “el origami es arte” y actualmente no es considerado como tal.

Con el reclamo del EMOZ, Los zaragozanos esperan poder cambiar el hecho de que su ciudad no se encuentre entre las ciudades más visitadas por los turistas japoneses. Por esta razón, algunas agencias aragonesas ya están apresurando en la comercialización de diferentes paquetes que incluyen la visita al museo y al monumento de pajaritas de papel ubicado en Huesca, que se considera la escultura urbana dedicada al ‘origami’ más antigua del mundo.

Nosotros queremos que el museo sea una cosa viva, que no esté siempre lo mismo”, cuenta Moreno acerca de la dinámica del museo. La Escuela-Museo cuenta con un espacio de 771 metros cuadrados, de los cuales más de 500 están destinados al área de exposición. En cuanto a la distribución del museo, se puede decir que hay una parte permanente y otra temporal, en la que se muestran obras de papiroflectas de prestigio tanto a nivel nacional como internacional. La primera sala a la que accede el visitante cuando entra es la de Introducción histórica. En esta sala se explica la evolución histórica del origami desde el siglo II a.C. mostrando además la trayectoria paralela de este arte en oriente (representado por las grullas) y en occidente (pajaritas) hasta llegar a la actualidad, representada por creaciones del propio Grupo Zaragozano. Entre estas figuras destaca una virgen del Pilar, que fue elaborada por la madre de Pardo. En la segunda sala “se explican las técnicas que nosotros pensamos que engloba todo el origami, toda la papiroflexia”, expone Moreno. Todas ellas acompañadas de ejemplos que facilitan su comprensión al visitante.

Después, a partir de la tercera sala, todo se cambia cada tres meses con el fondo del Grupo Zaragozano: un fondo que cuenta con alrededor de 1.200 piezas de artistas procedentes de 16 países diferentes. “De la 3 a la 8 se renuevan todos los modelos con nuestro fondo que tenemos en cesión o en donación”, aclara Moreno. La colección ha sido realizada con el esfuerzo de los miembros del grupo a lo largo de sus más de setenta años de historia.

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Osos polares – Marta Clemente

Además de las exposiciones, el EMOZ cuenta con una escuela en la que se organizan actividades y cursos para socios y aficionados al arte de la papiroflexia. Se trata de un espacio de 120 metros cuadrados, que sirve de aula, taller y biblioteca. En ella se imparten talleres de distintas temáticas. Sin embargo, también se desarrollan cursos para grupos de escolares y de otro tipo durante toda la semana.“Es una escuela-museo. A mi me gusta el nombre de escuela, por eso quisimos que tuviera un lado educacional”, dice Moreno sobre la importancia del espíritu divulgativo en este proyecto. Por esta razón, en el nombre del EMOZ aparece en primer lugar la palabra ‘escuela’.

La exposición con la que se inauguraba el EMOZ fue la del japonés Akira Yoshizawa, el papiroflecta más conocido del mundo. El museo acogió la primera gran muestra de las obras del maestro tras su fallecimiento, parte de las cuales fueron cedidas para esta exposición por su viuda, que estuvo presente en la inauguración y que permitió la permanencia de las figuras en Zaragoza durante dos meses, cuando habitualmente las exposiciones del autor no superan el mes. “Era la primera vez que salían sus figuras de Japón después de que falleciera hace 10 años. No es fácil ver una exposición suya fuera de Japón, ya casi es imposible”, recalca Pardo. La fecha del inicio de su muestra coincidió con la fecha en la que el artista japonés nacía y fallecía, 14 de marzo de 1911 y 2005. Yoshizawa es conocido no solo por ser un gran artista de la papiroflexia sino por ser su principal divulgador, ya que fue él quien diseñó la simbología utilizada internacionalmente para las instrucciones del ‘origami’.

La Escuela Museo Origami de Zaragoza ha recibido a visitantes de 72 nacionalidades diferentes; siendo un 70% gente de Zaragoza. Recientemente ha llegado a su visitante nº 140.000, en poco más de cinco años. Pese a este hecho, Pardo no puede evitar asombrarse por la respuesta de sus conciudadanos: “Aún hay mucha gente de Zaragoza que no ha venido al museo del origami. Son capaces de venir de la otra punta del mundo, pero aquí se deja pasar y no vienen”.

Al respecto de que Zaragoza sea un referente mundial en el arte del ‘origami’ y que todavía haya zaragozanos que no lo sepan, Laura Martínez, visitante al museo, comparte el sentimiento de Pardo, “Me parece sorprendente que siendo lo que es, no se sepa. Yo misma no lo sabía. Me parece un arte muy interesante, en el que pueden participar tanto niños como adultos.” El mismo desconocimiento y falta de interés se encuentra en la televisión. Hace unos días salieron en un programa de la televisión japonesa, mientras que la televisión nacional apenas se ha hecho eco.

HISTORIA DEL ORIGAMI

A pesar de que el papel fue una invención china, la técnica del ‘origami’ surgió en Japón. Primero en un sentido religioso, después a modo de pasatiempo y finalmente, como un recurso pedagógico y terapéutico. La aplicación al campo de la educación fue realizada por el pedagogo alemán Fröbel, lo cual atrajo la atención de matemáticos, que empezaron a considerar esta técnica como un valioso recurso para el aprendizaje de la geometría.

Por definición, el ‘origami’ es el arte de, con un papel cuadrado sin cortar ni pegar, realizar una figura reconocible. Aunque el ‘origami’ puede parecer una técnica sencilla, y en esencia lo es, ha alcanzado con el paso del tiempo un grado de complejidad que hace que algunas figuras lleven varios días de trabajo.

Existen dos modalidades principales, cada una con múltiples posibilidades. Por un lado, el ‘origami’ ortodoxo, el tradicional, donde no se admiten ni cortes ni el uso de pegamentos. Y por otro, el heterodoxo, que sí permite una mayor manipulación del papel, dando lugar a figuras de dimensiones monumentales.

Una de las variedades del ‘origami ortodoxo’ más conocidas es la del ‘origami modular’. Como explica López, consiste en “unir pequeños módulos hechos con cuadrados de papel, y sin pegamento y tijeras, que luego vas ensamblando”.

El papel empleado también ha evolucionado. En sus orígenes, se plegaba con fibras vegetales. Luego se añadieron los papeles de colores y más tarde se estableció la forma cuadrada como la unidad de base.

El término ‘papiroflexia’, que es como se conoce al arte del plegado de papel en los países de habla hispana, fue acuñado a principios del siglo XX por Vicente Solórzano Sagredo, un médico español que vivió en Argentina. El arte del ‘origami’ terminó de perfilarse en la década de los cincuenta, cuando Akira Yoshizawa creó un código internacional para unificar la representación de los dobleces de ‘origami’.

GRUPO ZARAGOZANO DE PAPIROFLEXIA

La relación de Zaragoza con el arte de la papiroflexia ha estado gestándose durante años. En el año 1944, en plena posguerra, un catedrático de química que vivía en el Colegio Mayor Cerbuna, empezó a organizar en Zaragoza café-tertulias con colectivos importantes: sacerdotes y gente de estrato medio-alto. “En aquellas épocas no había mucho que hacer en el mundo cultural, entonces lo que hacían era café-tertulias. Había tertulias literarias, tertulias de muchas cosas, y una de las que hizo Eduardo Gálvez fue una tertulia de papiroflexia”, explica Felipe Moreno. Algo parecido llevó a cabo dentro del Colegio Cerbuna con un grupo de estudiantes que estaban internos. “Les enseñaba papiroflexia y a la vez empezaban a hacer muestras con plegadores internacionales”, lo cual, como señala el Presidente del Grupo Zaragozano de Papiroflexia, ayudó a desarrollar relaciones con gente de fuera que enviaba sus figuras. “En el Colegio Mayor Cerbuna había dos vitrinas con figuras antiquísimas. Había figuras hasta del maestro Yoshizawa”, dice Moreno.

Sin embargo, como indica Luis Fernando Jiménez, miembro del Grupo Zaragozano, la vitrina, con la totalidad de sus figuras, tuvo que ser trasladada a la biblioteca María Moliner: “La directora del Cerbuna nos llamó y nos dijo que corrían peligro, porque los alumnos celebraban fiestas de fin de curso, no respetaban nada.” El Grupo Zaragozano de Papiroflexia no podía correr el riesgo de perderlas porque “cualquier día las iban a destruir y eran figuras que tenían un gran valor”, aclara Jiménez. El valor de esta vitrina es, además de sentimental, simbólico, pues la idea de crear la EMOZ empezó a desarrollarse gracias a lo que esta vitrina representaba, “nosotros pensamos que eso ampliado era el museo, una pequeña vitrina”, revela Jiménez.

Vitrina María Moliner
Vitrina del Grupo Zaragozano de Papiroflexia en la biblioteca María Moliner – Marta Clemente

El Grupo Zaragozano de Papiroflexia también ha vivido momentos de crisis. Felipe Moreno cuenta que el grupo estuvo a punto de desaparecer en los años 70 debido a la muerte de su principal impulsor. “Cuando murió Eduardo Gálvez hubo un crack. Fue como si al perderse la cabeza todo se desmoronara Se dejaron de hacer las reuniones en el café. Los grupos que había en el colegio mayor también desaparecieron”, explica. El punto de inflexión en la historia llegó con la publicación del libro ‘Papirogami’ de Vicente Palacios; en el que se mencionaba la existencia del Grupo Zaragozano. Esto sirvió para poner en contacto a dos jóvenes, Carlos Pomarón y Gabriel Álvarez, con los antiguos miembros del grupo. En el libro figuraban una serie de personas que habían estado relacionadas con el grupo zaragozano. “Entonces cogieron el listín telefónico y empezaron a llamar a todas las personas que se llamaban por el apellido y preguntaban”, relata Moreno. Para Luis Fernando Jiménez este es “el último eslabón del grupo zaragozano antiguo con el moderno. Hubo un solape”. Estos dos jóvenes fueron pues los antiguos fundadores del nuevo grupo reconstituido.

Desde que el Grupo Zaragozano de Papiroflexia se renovara en 1978 se han estado organizando múltiples actividades populares, como los festivales de aviones de los años 80 o la entrega del manto de papel a la Virgen del Pilar en 2007. Aunque fue en los años 90 cuando se produjo el boom del Grupo Zaragozano. “Empezó a hacer exposiciones y Felipe Moreno llegó a ser Presidente de la Asociación Española de Papiroflexia. Por eso fue un momento importante”, expone Israel López, administrador del Grupo Zaragozano. También desde la capital aragonesa se elaboraban el boletín “Pajarita”, exposiciones internacionales, que cada año se realizaban en una ciudad diferente, y que en Zaragoza se hicieron en tres ocasiones.

El Grupo Zaragozano de Papiroflexia es el grupo más antiguo del mundo, “como grupo legalmente constituido o como grupo de gente que se tiene evidencia de que se reunía para plegar”, señala López. “Tenemos un artículo del Heraldo del año 55 que lo atestigua y luego cartas de los años 40. Nadie ha podido encontrar nada anterior”, corrobora Jiménez.

Café Levante
Reunión del Grupo Zaragozano de Papiroflexia en el Café Levante – Marta Clemente

Al igual que sus predecesores, los miembros del grupo continúan reuniéndose en el café Levante de Zaragoza (calle Almagro, esquina con María Agustín, al lado de la Puerta del Carmen) todos los lunes a las 8:00. “Regularmente en el Café Levante estaremos unas 15 personas, y como miembros activos del grupo zaragozano unos 50”, indica López sobre sus componentes actuales. A sus reuniones acuden personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos.

Café Levante
Figuras realizadas por el Grupo Zaragozano de Papiroflexia – MC

Antonio Lorente, miembro habitual del Grupo Zaragozano, acabó en el café Levante cuando se atascó haciendo una figura que le había pedido su nieto. “Vine aquí con el libro y les dije ‘mira yo estoy intentando hacer un caracol y no me sale’ y entre dos señores con el libro me lo explicaron y ya con eso hice el caracol. Y desde entonces vengo todos los días”, relata Lorente sobre qué lo llevó a participar en las reuniones del grupo en el café.

Para formar parte del Grupo Zaragozano no se exige nada. Como indica el administrador del grupo, “no hay ni cuotas, ni socio, ni carnet”, ya que “el único requisito que se exige es sentarte y ponerte a plegar”.

La dinámica del grupo en el café Levante es como un “taller dinámico”, que consiste en una parte de tertulia y otra de plegar. “Tertulia en el sentido de novedades que encontramos o próximas convenciones, intercambio de cosas que hemos ido encontrando. Y sobre todo plegar, cada uno venimos con algún tipo de figura o algún tipo de idea” explica López. Al fin y al cabo, la papiroflexia “es una manera de vivir”.

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